domingo, 1 de abril de 2018

Tendré que hacer limpieza

          De vez en cuando el pérfido sonido de las bombas vuelve a retumbar en los cimientos a medio destruir de mi pequeña casa. A la vez que el polvo se levanta un instante para posarse de nuevo en los ladrillos amotinados del salón. Mientras, el olor a muerte embriaga de nuevo el ambiente.
          "Mierda, tendré que volver a hacer limpieza", piensa mi mente haciendo un gran esfuerzo por no sonar a mecanismo sin engrasar.
Pero antes si quiera de hacer el intento, dos chicos jóvenes irrumpen en mi casa huyendo de las bombas y creen estar a salvo. Uno de ellos jadea con tanta fuerza que el polvo vuelve a gambetear en su asiento.
         "La próxima vez, yo mismo le tiraré las bombas a esos Neometaloides", dice cuando recupera el aliento.
       "La única forma de luchar contra ellos es mantenernos unidos", le contesta el otro que, inmediatamente después, le besa. "Nunca dejaré que te maten".
Los dos chicos consuman su amor prohibido encima de la mesa a medio astillar. La piel desnuda de uno de ellos absorbe la humedad de la madera y el cuerpo del otro emite sonidos arrítmicos de metal al golpearse contra la mesa en los momento de pasión.
Un vago sentimiento humano de piedad evita que interrumpa esa escena, pero antes de poder analizar esa caridad llegan a mi cabeza señales que me mandan asesinar. 
Cojo el hacha velozmente y con un violento golpe le quito la vida humana a uno de ellos manchando mi casa de sangre.
La mirada del otro chico cambia al instante. Sus ojos se transforman en una inerte esfera robotizada. Había perdido el único sentimiento que le hacía humano y volvía a su programación inicial. Se mira las manos manchadas de sangre y dice:
           "Mierda, tendré que hacer limpieza."
MARTA BURGOS͢

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